Un día como hoy, pero de 1983, el mundo conoció una nueva cara de David Bowie. Con su álbum Let’s Dance, el icónico artista británico no solo abrazó el pop, sino que lo elevó a otro nivel. El disco, producido por el legendario Nile Rodgers, marcó un antes y un después en su carrera y lo consolidó como una figura universal más allá del glam, el rock experimental o la vanguardia artística.
Con canciones como Modern Love, China Girl y la imbatible Let’s Dance, Bowie logró conectar con nuevas audiencias sin renunciar a su esencia. La producción fue veloz, apenas 17 días, y contó con la participación de un joven Stevie Ray Vaughan en la guitarra, añadiendo una crudeza blues-rock al ritmo bailable del álbum. La fusión fue tan impactante que el LP vendió más de 10 millones de copias y alcanzó el #1 en múltiples países.
Un día como hoy, en 1983, David Bowie sorprendía al planeta con un sonido bailable y accesible producido por Nile Rodgers

Rodgers recordó en entrevistas cómo Bowie llegó al estudio con una visión clara: “Quiero un sonido como esta foto”, le dijo, mostrándole una imagen de Little Richard en un Cadillac rojo. Esa imagen encapsulaba el espíritu de Let’s Dance: audaz, colorido, imparable. Fue una reinvención estética y sonora que definió toda una etapa y lo convirtió en un símbolo ochentero sin perder su estatus de leyenda.
Aunque el éxito fue rotundo, David Bowie más tarde expresó que el enorme alcance del álbum lo llevó a una zona creativa complicada. “Me sentí atrapado en una fórmula”, reconoció. Aun así, Let’s Dance abrió puertas, derribó géneros y redefinió lo que significaba ser una estrella del rock. Su legado permanece intacto: influencia directa en artistas como Madonna, Prince, Lady Gaga y The Weeknd.

Críticamente, el álbum dividió opiniones. Mientras Rolling Stone lo celebró como “el clímax de la mejor carrera de rock de los últimos 14 años”, otros lo consideraron demasiado pulido o comercial. Pero con el tiempo, la crítica cambió de tono. NME y Pitchfork han destacado su importancia cultural y musical, colocándolo entre los discos más importantes de los años 80.
Hoy, a 42 años de su lanzamiento, Let’s Dance sigue sonando fresco, atrevido y brillante. Es más que un giro pop: es la prueba de que el arte puede evolucionar, romper moldes y seguir tocando almas sin perder su esencia.
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