Los juguetes pasan a segundo término gracias a que las nuevas tecnologías de a poco han derrumbado los buenos momentos que nos hacían pasar en la calle con nuestros amigos, demostrando esas grandiosas habilidades que por tantas horas estuvimos practicando.
Las de madera eran las mejores, porque te duraban prácticamente toda la vida, y si tenían una liga gruesa, su alcance era mayor. ¿Tú también eras de los que ponían botellas de vidrio con tus amigos a ver quien tenía mejor puntería?
Con este juego nos sentábamos los amigos en las banquetas o en la mesa. La forma de jugar es sencilla: Pones un frijol en la imagen de si correspondía con las que aventaban gritando su nombre. Al final lo mejor de todo era gritar: ¡LOTERÍAAAA! Para ganar el juego.
Efectivamente, antes del Monopoly, había otro juego que “destruía” amistades, sobre todo cuando había dinero de por medio. Cuando te tocaba “poner”, seguro te enojabas y hacías berrinches, pero, ¿Qué tal cuando salía “Toma Todo”?
¡Eran las las mejores! No tenías que gastar en accesorios por separado como con las Barbies. Las podías abrazar, eran suavecitas, tiernas y no necesitaban de cuidados extremos, solamente lavarlas.
Causaron sensación sobre todo en las escuelas. Tan simples que eran dos bolas de plástico atadas a dos trozos de cuerda y unidas por un aro de metal. El chiste era hacerlas chocar lo más rápido posible, y por cierto, siendo sinceros. ¿Cuantos moretones y golpes te diste?
Habían dos tipos: de mariposa o redondos. Los originales estaban hechos de madera y duraban mucho, en especial al tratar de hacer trucos como: “el columpio” o el famoso “Perrito”.
No se rompían con nada y aguantaban todos los “picotazos”. Cuando en la calle hacíamos competencias de “a ver cuál dura más tiempo girando”, obviamente el nuestro resultaba ganador.
El que todos intentamos darle y darle vueltas para impresionar a cualquier persona. No era sencillo, más si el tamaño del balero era un tanto grande, y al momento de intentar “meterlo” más de uno se dió sus buenos golpes.
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