David Bowie, además de ser una leyenda de la música, también era un amante del arte, y no tenía problemas en llevar obras de Picasso y Matisse en su coche, como revela Glen Matlock, exmiembro de Sex Pistols.
David Bowie no solo dejó un legado imborrable en la música, sino que también sorprendía fuera del escenario con su estilo de vida único. Glen Matlock, bajista de Blondie y exintegrante de los Sex Pistols, compartió recientemente una curiosa anécdota en el programa Never Mind The Buzzcocks, que dejó a más de uno boquiabierto. Según Matlock, Bowie solía llevar en su coche pequeñas obras de arte de Picasso y Matisse, en lugar de los típicos espejos de visera, mostrando una vez más su extravagancia y amor por el arte.
David Bowie, conocido por su amor al arte, solía llevar consigo obras de Picasso y Matisse.
Matlock relató cómo, tras un concierto en Nueva York, terminó en el coche de Bowie, un vehículo idéntico al que el músico usó en la película El hombre que cayó a la Tierra. Para sorpresa del bajista, mientras viajaban por Madison Avenue, se percató de que las viseras del coche no tenían espejos, como es habitual. En su lugar, colgaban pequeños cuadros de Picasso y Matisse. Ante el asombro, Matlock le preguntó si realmente era un Picasso, a lo que Bowie, con su típico desenfado, respondió afirmativamente.
El relato refleja la sofisticación y el gusto artístico del icónico músico británico, quien no solo coleccionaba arte, sino que lo llevaba consigo a todas partes. Bowie, conocido por su carácter innovador y vanguardista, tenía un profundo amor por la pintura y poseía una impresionante colección privada que incluía algunas de las obras más valiosas de artistas renombrados como Jean-Michel Basquiat, Damien Hirst, y los mencionados Picasso y Matisse.
La anécdota no solo sorprende por el hecho de que Bowie tuviera estas obras en su coche, sino por la actitud relajada con la que lo hacía. Matlock bromeó diciendo que Bowie era un “ostentoso” por llevar arte tan valioso de una manera tan casual, a lo que el cantante simplemente respondió con humor: “Sí, supongo que sí”. Esta historia es una muestra más del estilo inigualable de Bowie, quien rompía barreras tanto en la música como en la vida cotidiana, con una visión artística que trascendía cualquier límite.
La actitud desenfadada de Bowie ante el lujo y su pasión por el arte lo convirtieron en una figura única. Mientras algunos coleccionistas guardan sus tesoros en bóvedas de seguridad, Bowie prefería disfrutar de su colección en su día a día, rodeándose de lo que amaba. Esta pasión también se reflejaba en sus diversas incursiones en las artes visuales, desde la pintura hasta el diseño de escenarios y vestuarios en sus giras.