El legendario guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, ha dejado a sus fans boquiabiertos al confesar que rechazó una invitación para convertirse en astronauta. En una reveladora entrevista con The Guardian, el músico británico compartió detalles sorprendentes sobre esta propuesta única que le hicieron durante una visita a Moscú, dejando clara su postura sobre los viajes espaciales.
Según relató el propio Gilmour, la oferta surgió después de un concierto en la capital rusa, en una época en la que, como él mismo señala, “uno no se avergonzaba de tocar allí”. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su contundente respuesta: “Había visto sus cohetes y cápsulas en el museo espacial de Moscú, y casi me cago encima. Dije: ‘No, gracias’. Eran destartalados y se sujetaban con tuercas y tornillos”.
David Gilmour prefiere la carpintería antes que ser astronauta
En un giro inesperado, el artista también reveló su pasión secreta por la carpintería, una actividad que ha practicado durante toda su vida. “He hecho de todo, desde destapadores de botas hasta mesas, casas en los árboles y cobertizos para botes”, confesó Gilmour, añadiendo con humor que esta afición no es del agrado de sus agentes de seguros, temerosos de que pueda lastimarse los dedos.
El músico también habló sobre la famosa subasta de sus guitarras en 2019, asegurando que no las extraña demasiado debido al beneficio que el dinero recaudado ha generado para la organización ClientEarth. No obstante, sí admitió que le gustaría recuperar algunos objetos personales, como la chaqueta de cuero roja que Syd Barrett le regaló en los años 60.
Entre risas, Gilmour también mencionó sus añorados pantalones de terciopelo rosa, comprados en la icónica tienda Granny Takes a Trip en Kings Road, que le fueron robados de una lavandería en 1969. Con su característico sentido del humor, agregó: “No creo que me quepan más, ni que los usaría si me quedaran”.
Esta entrevista no solo nos muestra el lado más humano y terrenal de una leyenda del rock, sino que también nos recuerda que incluso las estrellas más brillantes prefieren mantener los pies en la tierra… literalmente.
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