Más de 50 años después de su estreno, Pink Floyd: Live at Pompeii sigue siendo una pieza de culto entre los fanáticos de la banda. La icónica película-concierto, filmada en 1971 en las ruinas del antiguo anfiteatro romano, muestra a la banda en plena experimentación sonora, sin público, en un entorno imponente. Sin embargo, el renovado interés por la cinta no ha sido del todo grato para David Gilmour, quien ha confesado sentirse “avergonzado” al verla.

En una reciente entrevista recogida por Louder Sound, Gilmour admitió que su participación en Live at Pompeii le resulta difícil de ver. “Lo encuentro bastante vergonzoso”, afirmó el guitarrista, quien tenía solo 25 años en aquel entonces. Su incomodidad no radica en la música, sino en su propio comportamiento y actitud frente a la cámara. “Estoy seguro de que para mucha gente es muy divertido, pero para mí no tanto”, agregó.

A pesar del resurgimiento del interés por la icónica película de Pink Floyd, David Gilmour confiesa sentirse “avergonzado” al ver su propia actuación.

A pesar del resurgimiento del interés por la icónica película de Pink Floyd, David Gilmour confiesa sentirse "avergonzado" al ver su propia actuación.

Gilmour explicó que lo que más le molesta es escucharse hablar en la película. “Me resulta insoportable verme proyectando una imagen pretenciosa e ingenua”, confesó. A pesar de su talento y de la importancia de la película en la historia de Pink Floyd, la percepción que tiene de sí mismo en aquella época es algo que prefiere no revivir.

A pesar de la visión crítica de Gilmour, Live at Pompeii es considerado un documento invaluable del sonido y la evolución de Pink Floyd antes de alcanzar el estrellato absoluto con The Dark Side of the Moon (1973). La película muestra interpretaciones poderosas de temas como Echoes, A Saucerful of Secrets y Careful with That Axe, Eugene, capturando a la banda en su faceta más experimental.

En su momento, la cinta no tuvo un gran éxito comercial, pero con el tiempo se convirtió en una obra de culto. Su estética visual, el uso de tomas cinematográficas y la energía hipnótica de la música han sido alabados por críticos y músicos, influenciando a generaciones de artistas.

A pesar del resurgimiento del interés por la icónica película de Pink Floyd, David Gilmour confiesa sentirse "avergonzado" al ver su propia actuación.

A pesar de la incomodidad de Gilmour con la película, su legado sigue intacto. El film ha sido objeto de reestrenos y restauraciones a lo largo de los años, y su influencia en la música y el cine sigue vigente. Incluso, en 2016, el propio Gilmour regresó a Pompeya para ofrecer un concierto en solitario en el mismo anfiteatro, un evento que muchos interpretaron como una reconciliación con su pasado.

El cine-concierto de Pink Floyd: Live at Pompeii sigue siendo una pieza clave en la historia del rock progresivo. Y aunque Gilmour sienta vergüenza al verla, para los fanáticos sigue siendo una obra maestra atemporal.

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