Aerosmith ha regalado al mundo algunos de los himnos más icónicos del rock, pero hubo un tema en particular que estuvo a punto de no ver la luz. I Don’t Wanna Miss a Thing, la balada que catapultó a la banda a las listas de éxitos en los 90, estuvo en riesgo de quedar en el olvido debido a conflictos creativos. Sin embargo, su historia es tan fascinante como la emoción que transmite cada vez que suena.

En 1998, el director Jerry Bruckheimer buscaba una canción poderosa para la película Armageddon. La tarea recayó en Diane Warren, compositora de renombre que ya había trabajado en grandes éxitos. Sin embargo, la tensión entre ella y Bruckheimer, derivada de proyectos anteriores, casi impide que la canción llegara a la pantalla grande.

Cómo un conflicto entre Diane Warren y Jerry Bruckheimer casi impide que Aerosmith interprete este clásico

Cómo un conflicto entre Diane Warren y Jerry Bruckheimer casi impide que Aerosmith interprete este clásico

Warren nunca imaginó que Aerosmith terminaría interpretándola. “Pensé que una vocalista lo haría, pero Steven Tyler aportó una vulnerabilidad única que convirtió la canción en un fenómeno”, recordó en una entrevista con Rolling Stone.

A pesar de que la banda era conocida por su energía desenfrenada y sus riffs de guitarra explosivos, I Don’t Wanna Miss a Thing les dio su primer y único número uno en el Billboard Hot 100. Esto no solo consolidó a Aerosmith en una nueva generación de oyentes, sino que también ayudó a impulsar las ventas del álbum Nine Lives, que llegó al puesto más alto en el Billboard 200.

Cómo un conflicto entre Diane Warren y Jerry Bruckheimer casi impide que Aerosmith interprete este clásico

El éxito de la canción se convirtió en un arma de doble filo. Aunque fue un hit absoluto, algunos fans puristas argumentaron que se alejaba demasiado del sonido original de la banda. Sin embargo, la emoción y potencia de la interpretación de Tyler hicieron que la canción quedara grabada en la memoria colectiva.

Hoy en día, I Don’t Wanna Miss a Thing sigue siendo una de las canciones más representativas de Aerosmith. Es imposible imaginar sus conciertos sin escuchar al público cantar cada palabra con el corazón en la mano. A pesar de los obstáculos que enfrentó en su origen, la canción demostró que la música trasciende géneros y expectativas, convirtiéndose en un himno atemporal.

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