Hace 36 años, Madonna encendió la controversia con el lanzamiento del videoclip de Like a Prayer, un trabajo que no solo consolidó su reinado en la industria musical, sino que también desató una tormenta mediática sin precedentes. El 3 de marzo de 1989, el mundo fue testigo de una obra audiovisual que combinaba simbolismo religioso, mensajes de justicia social y una carga erótica que escandalizó a sectores conservadores.
Dirigido por Mary Lambert, el video de Like a Prayer mostró a Madonna como testigo de un crimen racista y refugiándose en una iglesia, donde besa a un santo afroamericano y presencia cruces en llamas. La fuerte iconografía cristiana, mezclada con connotaciones sensuales, llevó al Vaticano a condenarlo públicamente, generando boicots y protestas en su contra.
Madonna desató la polémica con el estreno de un videoclip que desafió los límites de la religión y la sexualidad

El escándalo alcanzó a Pepsi, marca que había firmado un millonario contrato con Madonna para promocionar la canción. Tras el estallido de la controversia, la empresa retiró el comercial protagonizado por la artista, pero permitió que ella se quedara con los 5 millones de dólares del acuerdo. Lejos de perjudicar su carrera, este episodio reforzó su imagen como ícono de la rebeldía y el empoderamiento.
A nivel musical, Like a Prayer representó un punto de inflexión en la carrera de Madonna. La canción, con influencias del pop rock y el góspel, se convirtió en un éxito rotundo, alcanzando el número uno en las listas de Estados Unidos y el Reino Unido. Su letra, que juega con la dualidad entre el amor terrenal y el amor divino, ha sido interpretada de múltiples maneras a lo largo de los años.

A pesar de las críticas iniciales, el videoclip fue reconocido con el premio MTV Video Music Award en 1989 y ha sido incluido en diversas listas de los mejores videos de todos los tiempos. Además, la canción ha formado parte de siete giras mundiales de la artista, confirmando su lugar como uno de los himnos más emblemáticos del pop.
Hoy, Like a Prayer sigue siendo un símbolo de la transgresión en la música, un recordatorio del poder del arte para desafiar normas y generar conversación. Madonna, como siempre, demostró que la provocación y la innovación son herramientas clave en su legado artístico.