En 1968, durante una pausa en medio del torbellino creativo de The Beatles, Ringo Starr encontró inspiración inesperada bajo el sol de Cerdeña. Mientras navegaba en un yate prestado por el actor Peter Sellers, el baterista se quedó charlando con el capitán del barco, quien le contó algo que cambiaría el rumbo de una de sus canciones más entrañables: la costumbre de los pulpos de decorar la entrada de sus cuevas marinas con piedras brillantes y objetos curiosos, como si fueran pequeños jardines submarinos.

Ese simple dato encendió la chispa creativa en Ringo, quien ya venía con la necesidad de escapar del estrés del mundo real. En palabras del propio Starr en The Beatles Anthology, “Me pareció fabuloso, porque en ese momento yo también quería estar bajo el mar”. El resultado fue “Octopus’s Garden”, una canción que más allá de su inocencia, esconde una poderosa metáfora sobre encontrar paz y refugio en un mundo caótico.

El insólito origen del próximo éxito perdido de The Beatles: Una joya oculta emerge de un viejo carrete.

La canción fue incluida en el icónico Abbey Road (1969), convirtiéndose en la segunda composición oficial de Ringo dentro del catálogo beatle. Aunque a menudo es vista como un tema infantil o ligero, “Octopus’s Garden” es una muestra del estilo cálido y único del baterista, y fue muy bien recibida tanto por los fans como por el resto de la banda. George Harrison, en particular, se entusiasmó con el proyecto y ayudó a Ringo a pulirla en el estudio, aportando arreglos musicales y cariño al proceso.

Musicalmente, el tema es una burbuja alegre en medio de un álbum que transita emociones mucho más complejas. Con su línea de bajo juguetona, guitarras suaves y armonías dulces, la canción invita a imaginar un refugio submarino donde todo es paz, lejos de las tensiones que, para entonces, ya marcaban el final del grupo más importante del siglo XX.

A más de cinco décadas de su creación, “Octopus’s Garden” sigue siendo una joya inusual dentro del repertorio de The Beatles. Su espíritu libre y fantasioso conecta especialmente con las nuevas generaciones que redescubren a la banda, y demuestra que no todas las grandes ideas vienen del conflicto: a veces, basta con una buena charla en la cubierta de un barco y un poco de imaginación.

Ringo Starr encontró en el fondo del mar su lugar feliz. Y nos invitó a todos a sumergirnos con él. Porque entre tanta psicodelia, genialidad y tensiones creativas, The Beatles también sabían cuándo dejarse llevar por la corriente… literalmente.

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