Al príncipe de las tinieblas, Ozzy Osbourne, le preocupaba que nadie supiera quién era cuando fue invitado a la final de los Juegos de la Commonwealth en su ciudad natal de Birmingham el mes pasado.
Su reunión en el escenario con su compañero de banda de Black Sabbath, Tony Iommi, fue un momento triunfal en la batalla del cantante para recuperarse de graves problemas de salud. Está decidido a estar lo suficientemente en forma para completar su gira de despedida y acaba de lanzar su último álbum, Patient Number 9.
“Nunca creo que voy a ganar”, dijo Osbourne a Rolling Stone en una nueva entrevista, y agregó que, antes de la breve aparición en Birmingham, le preocupaba que “estos niños no saben quién diablos soy”. Dijo que a veces le dice a su esposa y manager Sharon:
“Cantar es lo único que he hecho en mi vida que está bien o en lo que soy bueno”.
“Le digo, ‘No es cierto’”, señaló.
“Ha tenido sus luchas, y todas han sido muy públicas. Pero no es verdad; es duro consigo mismo”.
Continuó diciendo que los problemas con el alcohol de Ozzy (ha estado sobrio durante nueve años) fueron el resultado de sus dudas.
“Al principio bebía porque no tenía confianza y eso lo hacía sentir bien. Le dio la confianza que no tenía. Y luego se vuelve contra ti. A medida que avanza la enfermedad, las personas siempre se vuelven desagradables, hacen cosas malas y arruinan sus vidas”.