Pasaron poco más de 6 meses de que Nirvana lanzara su tercer álbum, “In Utero”, luego que su legendario líder y vocalista, Kurt Cobain, había muerto y una de las bandas más importantes de la escena grunge, se terminó gracias a una tragedia.
Sin embargo, justamente 30 años después, dicho álbum sigue siendo uno de los mejores trabajos de la banda de Seattle; abrasivo y poderoso por donde se le quiera ver. No es tan crudo como “Bleach” de 1989, ni tan radical como “Nevermind” de 1991, pero permanece en la memoria de los más allegados a Nirvana.
El éxito comercial de Nevermind, y especialmente el enorme sencillo Smells Like Teen Spirit, nunca fue algo que llevara bien. Esa corriente llevó a Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl a enfrentarse a la pensar que pasaría con su banda en el futuro: ¿cómo continuar después de un disco que había definido una era?
El grupo optó por dejarse guiar con el productor Steve Albini, que ya había trabajado con Pixies y The Breeders: “In Utero” iba a sonar diferente de lo que la banda había hecho antes. Fue grabado y mezclado durante dos semanas en febrero de 1993. La banda trabajó rápidamente, y Cobain grabó todas sus partes vocales en sólo 6 horas, que se podría decir que prácticamente salieron en las primeras tomas.
Aunque el álbum fue lanzado en disco compacto en Reino Unido el 14 de septiembre, la edición internacional no apareció hasta el 21 de septiembre. In Utero debutó en el número uno de la lista de álbumes del Billboard 200 tras vender 180.000 copias en su primera semana en el mercado. Varios críticos lo calificaron como su álbum del año, pero otros lo compararon desfavorablemente con el histórico Nevermind. Sería imposible replicar el impacto de un álbum que cambió la industria musical. El primer sencillo del álbum, Heart-Shaped Box, fue el último vídeo musical que la banda lanzó antes de la muerte de Cobain.