Durante una gira de Led Zeppelin en Norteamérica en el lejano año de 1970, el grupo viajó desde Minneapolis a Montreal, Canadá, donde el legendario guitarrista, Jimmy Page, se dio cuenta de que faltaba algo: su amada Gibson Les Paul Custom negra de 1960.
“Cruzamos la frontera, pero mi ‘Black Beauty’’ no apareció en el otro extremo”, mencionó Page en su libro, ‘Jimmy Page: The Anthology’.
Hubo tantos puntos en el viaje en los que podría haberse perdido, en el aeropuerto original, en la aduana, en el aeropuerto de Canadá, pero todo lo que sabía era que no estaba allí, y en esos días, nadie podía rastrearla. Tocamos en el concierto de Montreal y todavía no había novedades sobre la guitarra. Se había evaporado.
Page hizo lo único que se le ocurrió, que fue sacar un anuncio de “guitarra perdida” en Rolling Stone que se publicó en todos las ediciones del año siguiente. Desafortunadamente, ni una sola llamada recibió.
Durante los siguientes 20 años, Page y sus asociados buscaron en vano alguna señal del instrumento, sin suerte.
Entonces, un día a principios de los noventa, hubo un momento de esperanza de que la guitarra real finalmente podría haber aparecido. Nate Westgor, el propietario de Willie’s American Guitars, una reconocida tienda de guitarras antiguas de St. Paul, Minnesota, le dió a Page un poco de esperanza.
‘Tengo la guitarra robada de Jimmy Page’”, recuerda Westhor.
“Para ser honesto, no le creí. No había Internet en ese entonces, por lo que no había una manera fácil de verificar su afirmación”.
Según el cliente, cuyo nombre no se revela, obtuvo la Les Paul de la viuda de un empleado del aeropuerto de Minneapolis quien había robado la guitarra cuando Zeppelin llegó a la ciudad, y luego la guardó debajo de su cama hasta que murió.
Luego de que algunos colegas la revisaran, diversos rasgos en el instrumento (que fue modificado para disimular su robo), les hicieron pensar que no se trataba de la guitarra original de Page.
En 2014, y con las herramientas digitales, Nate Westhor volvió a inspeccionar el instrumento (después de vendérsela a un chico local), y descubrió que en efecto, se trataba de la mismísima guitarra de Jimmy Page.
Le dije a Jimmy que estábamos muy contentos de poder devolver la guitarra a su legítimo dueño, y que todavía estaba un poco nervioso de que la guitarra no fuera suya. Pero me aseguró que cuando puso su mano alrededor del cuello, lo supo de inmediato. … Luego dijo algo que nunca olvidaré: “Va a estar conmigo [de ahora en adelante]. No se apartará de mi lado”.