La intuición que desafió las reglas del estudio
Pese a la imagen de perfeccionismo que muchos asocian con su figura, David Bowie sorprendía en el estudio por su instinto puro y espontaneidad. Mick “Woody” Woodmansey, baterista de The Spiders from Mars, reveló que Bowie prefería dejarse llevar por el momento antes que perseguir la perfección técnica. “Él simplemente decía: ‘Eso es, ya está. No lo matemos. Tiene lo que necesita’”, recordó sobre cómo el artista tomaba decisiones rápidas pero certeras.
David Bowie: la historia detrás de “The Jean Genie”

Esta forma de trabajar fue clave para la creación de varios de sus grandes clásicos. Bowie confiaba en la vibra inicial, en esa chispa irrepetible que ocurre cuando todo fluye. “Nunca pasábamos de tres tomas”, afirmó Woodmansey. El resultado: temas icónicos como “The Jean Genie”, grabado en una sola toma, y “Life on Mars?”, que apenas necesitó una segunda vuelta. Bowie creía que la emoción debía prevalecer sobre la corrección.
Uno de los ejemplos más contundentes de esta filosofía es la canción “The Jean Genie”, parte del disco Aladdin Sane (1973). Bowie describía el tema como una “oda a Iggy Pop”, un personaje complejo y enigmático inspirado en la contracultura. En una entrevista de 2002, el músico explicó que la letra surgió tras una noche en Nueva York con Cyrinda Foxe, y que poco a poco se transformó en una visión imaginaria de Estados Unidos.
“Es una canción realmente buena, y disfruto tocarla y cantarla. Es de las pocas a las que siempre regreso”, confesó. El nombre del tema, según el propio Bowie, es un juego de palabras con el dramaturgo francés Jean Genet. Esto refleja su aguda inteligencia artística, capaz de mezclar la cultura popular con referencias literarias de alto calibre, sin dejar de ser accesible y directo.
Grabar en una toma no era un acto de descuido, sino un manifiesto artístico. Bowie sabía que la emoción no se repite, y esa convicción quedó impresa en sus discos. En una era donde los músicos suelen pasar días editando una sola pista, su metodología parece aún más revolucionaria. Bowie confiaba tanto en su intuición como en sus músicos, y eso le permitió capturar momentos únicos e irrepetibles.
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Años después de su partida, estas historias confirman por qué su legado sigue vivo: David Bowie fue más que un ícono; fue un artista total, capaz de fundir crudeza y sofisticación sin esfuerzo. Cada canción es un fragmento de su visión, sin filtros ni sobreproducciones. Y “The Jean Genie” es la prueba de que a veces, lo más grande sucede en el primer intento.